Como todas las mañanas Locura abrocha sus sandalias y sale a dar un paseo.
Él es un alma que mendiguea por las kilométricas playas de un lugar paradiasiaco; conoce a todos los pueblerinos de la costa, Dulzura es una adorable anciana que todas las mañanas le prepara un zumo de coco bien nutritivo para lo largo que será su día. Se lo da encantada y, él con su seductora sonrisa, le da las gracias. Peace (Paz), que era muy desgarbado, se encontraba encerando unas tablas de surf. Chocan sus manos, parece un auténtico californiano por su trabajado bronceado y la melena larga y rubia.
Locura cogió a Sussy, la tabla que le regaló su padre cuando tan solo cumplió los 16 años, pasados ya 4 años aún seguía teniendo la misma cara de niño que le hacía dorable; con sus oyuelos marcados en las mejillas, sus ojos color chocolate avellanado, unas cejas algo pobladas pero con mucha personalidad y acompañadas por una nariz con un puente perfectamente recto. Y su cuerpo, ni muy esbelto ni muy desaliñado, ese cuerpo por el cual muchas suspiraban y que él nunca enseñó excepto a la hora de zambullirse en el mar.
Tras tomarse su sabroso zumo, se despredió de sus prendas quedándose en bermudas, y con rapidez se metió en el agua con su tabla.
Adoraba el agua, era su mejor amigo que siempre le mostraba el significado de su apodo: Diversión.
Tras jugar con las olas, fue al único lugar donde se sentía en verdadera intimidad.
Era su rinconcito, un pequeño barranco que escondía una playa con una cabaña que él mismo construyó en secreto.
Entró en ella, era cálida a pesar de la humedad en la que se hallaba. La estancia era abrumadora debido a los recuerdos que se apoderaban de Locura. Cogió la guitarra que posaba sobre la mesita de mimbre.
Regresó a la curiosa playa y allí vió a su Amor.
La melena negra y espesa de Amor estaba húmeda porque acababa de salir del agua, parecía una muñeca diminuta y delicada que se asimilaba al cristal que expones al sol y forma una multitud de divertidos colores. El cuerpo de Amor era sin duda alguna el más bonito que Locura había visto, teniendo en cuenta que había sido testigo de muchos otros, pero el suyo era increíblemente perfecto.
Ella lo sonrió tras darse cuenta de que era observada. Se saludaron con un simple hola que escondía un tierno beso.
Pasaban las tardes juntos como dos niños pero con sentimientos meramente apasionados, a veces gastando el tiempo jugando con la tentación que desprendían ambos.
Y por supuesto llegó aquel día, en el que para Amor significaba mucho más que un reto; constituía el hecho de surfear la ola más grande que tan solo aparecía cada 15 años en la época de invierno.
Ese día hacía frío pero más frías fueron las palabras de Locura al suplicarle que no se zambullese en esa ola que podría arrebatarle la vida.
Pero ella estaba irrevocablemente enamorada del mar, y aunque sus sentimientos hacia Locura fuesen infinitos, para ella, las olas, eran de una intensidad mayor.
Y sin importar lo que sucediese Amor echó a correr mientras Locura observaba cómo su Amor con un solo fallo podría llegar a perder su vida. Cuando estaba sobre la cresta de la ola la emoción se apoderó de él, pero de repente calló a las frías profundidades del mar. ¿Por qué no sale? Pensó. La espuma que dejó el rastro de la ola fue lo único que dejó visible.
Se asustó, el miedo se apoderó de él, y sin tabla se adentró en el agua sin reflexionar lo que su cordura tratató de inculcarle; estuvo horas en el mar gritando su nombre, nadando con una incansable paciencia, buceando en busca del cuerpo de su amada... Pero nada encontró, y se halló solo.
A la media noche, cuando La Luna exhibía su espectacular belleza iluminando todo a su alrededor, decidió salir de la congelada agua.
Con imparables escalofríos y llantos cogió su guitarra y se recostó en la orilla de la playa, probando la textura de la arena donde había recorrido un camino con sus labios por el cuerpo de Amor.
Y por primera vez las notas salieron solas, como si un alma abandonada controlase los dedos de sus manos. Compuso, y esa melodía estaba dedicada.
Abrió los ojos. Locura suspiró, cómo puede ser que cada tarde que va allí ese recuerdo le venga a la mente con tanta repidez...
Una vez más, como en aquella noche, se sentó sobre la arena junto con otro recuerdo. Y lentamente los acordes de su guitarra volvieron a aparecer tocando, cómo sino, esa canción.
Lo supo de inmediato, supo por qué ella sentía esa debilidad por el mar, y entendió el significado de su triste pero soportable vida:
Porque, a partir de aquella noche, el Amor es seguido por la Locura.
La Chica de la Sonrisa Rota.
Bueno, decirles que esta canción salió en Tú Sí Que Vales, me gustó muchísimo y quise intentar "dedicar" una pequeña historia para esta preciosa canción... Quizás no tenga mucho que ver, pero a mi me gustó cómo quedaba de esta forma... Gracias Lucía12 por el premio y como sino por tus comentarios... ^^ El premio cuando pueda lo publicaré :D Besos a todos.
Jo me as echo llorar lo sigo enserio, la historia me encanto :) De nada por el premio te lo mereces por los textos tan bonitos :)
ResponderEliminarUn besito espero leerte pronto